Y pasó el
torbellino, el torrente de emociones, sensaciones, conflictos, aprendizajes...
Todo eso de lo que se compone la recién estrenada maternidad. Paso la primera
parte, porque el viaje continúa, se complica, pero ya no bajo los efectos del
shock sino con la tranquilidad de asumir el nuevo estatus personal y el cambio
de las reglas del juego.
Ahora es el
momento de parar, recuperar contacto conmigo misma y mirar a través de mis
ojos...
Aparte de mi hijo, ¿qué hago en mi vida que me llena?, ¿dónde me veo en unos años?, ¿estoy donde quiero estar?
Estaba
acostumbrada a pensar en el instante mismo las cosas, en no planificar ni a una
semana vista, en dejarme llevar por la vida y ahora... miro a Gael y veo que
eso ya no lo puedo hacer...¡¡¡En qué de cosas te hace pensar la maternidad!!! Ahora
hay que considerar no sólo mis deseos sino sus necesidades… wow!
Miro mi vida
actual y veo que estoy cómoda… una palabra con la que no estoy acostumbrada a
vivir. Tengo un buen trabajo, tranquilidad económica, una casa preciosa, un
hijo que es un bombón (literalmente) y nada me preocupa… y eso me aburre y asusta…
¿será que soy una inconformista y quiero riesgo y aventura constante?
Bolivia me trata
bien, me ha ayudado a pasar por esta aventura de la maternidad en solitario de
la mejor manera posible, pero… ¿y ahora qué? ¿Por cuánto tiempo? Yo me conozco….
Y me doy miedo…
De momento
estudiar, disfrutar de este nuevo estado pero sin perder de vista que es
temporal, que terminará, que cambiaré, que algo se tiene que mover… Eso sí, ya
no de manera impulsiva como solía hacer las cosas sino planificando los
cambios.
¿Será que la
maternidad me dejará continuar? ¿O me perderé en ella?
Últimamente todo
son preguntas sin respuesta.