Para
describiros como son los niños tengo que hacer como en los chistes: Tengo una
noticia buena y una mala… por cual empiezo.
Por un
lado me tienen miedo y fascinación a la vez. Me miran constantemente, me
saludan, me llaman teacher Emma, me preguntan como estoy, y por otro
cuando les contesto salen corriendo y les entran tremendos ataques de risa.
Hay dos
grupos de niños que me fascinan, uno son los pequeñitos, los que me miran como
si fuese una diosa, tímidos, pero que cuando les miro me sonríen, muy buenos y
obedientes (hay pocos de estos, lo juro…) y otros son los mayores malotes,
trastos, que se descojonan de mi acento, gamberros pero con ganas de hacer
cosas.
Pero
hay una cosa que tienen todos en común, hasta los buenos, son muy agresivos.
Demuestran su supremacía a golpes, y, ¿cómo le explicas a un niño al que si se
revuelve en clase le pegan con una vara que no pegue a sus compañeros?
Lo que
más me sorprende de todo es que estos niños no tienen imaginación. ¿Cómo puede
un niño de tres años haber perdido la imaginación? ¿O es que nunca la ha
desarrollado?
Os
cuento las actividades de los niños pequeñitos desde que llegan a la escuela.
Según llegan se tienen que poner a recoger basura, hojas y barrer con unas
ramas secas el jardín de la escuela, bajo la mira da de las maestras (que no la
ayuda) y diciéndoles todo el tiempo que se den prisa.
Después
de eso, si se han dado prisa, tienen un rato de corro con canciones, en el que
si no hacen bien el círculo la maestra les pega un coscorrón. Pero este es un
rato que se ve que disfrutan mucho, lo de los coscorrones y gritos a ellos no
parece afectarles, a mi sí.
De ahí
van directos al aula, donde se les enseña a pintar, a colorear, a escribir, a
contar todo con un sistema repetitivo, machacón y podo adaptado a la edad que
tienen. Estos niños tienen que estar sentados el resto de la mañana, y si se
revuelven mucho les gritan o pegan.
A la
hora del porrich, tienen que sacarles sillas a las maestras del aula para que
se sienten en el jardín, traerles plumcakes, o lo que ellas les pidan, lavar
sus tazas (sin la ayuda de las maestras) y vuelta al aula a mas números y mas
letras.
Los
mayores (con nueve años) están encargados de recoger leña, encender el fuego,
poner el porrich para el resto de la escuela a cocer y luego ya a estudiar. En
el Curriculo de Uganda no hay clases ni de música, ni de educación física, ni
de nada relacionado con algo creativo, lo más que les piden es colorear. Menos
mal que en esta escuela por lo menos los mayores tienen algo de dibujo libre,
y, quien me lo iba a decir, me estoy convirtiendo en la profesora de pintura de
toda la escuela. Con todo esto, ¿cómo puede desarrollar un niño la imaginación?
Una
cosa que me asombra es la mezquindad constante de los niños hacia sus
compañeros. Son especialmente competitivos entre ellos, he tenido que dejar de
dar la mano a los niños porque para conseguir agarrarse de mi mano se daban
unas palizas entre ellos impresionantes. Yo pensaba que los niños que conocía
eran la cosa menos paciente del mundo y que en occidente estábamos creando
monstruos, pero he descubierto que aquí los niños están acostumbrados a pelear
por todo, asumo que también por el cariño de sus padres o incluso la comida,
porque no he visto un solo niño que sepa hacer una fila y no colarse, que no
quiera arrancarte el lápiz de la mano cuando se lo vas a dar a un compañero.
Todos
los días me voy con un sabor amargo a casa una mezcla entre emoción por ver
como los niños en seguida se están acostumbrando a mí y tristeza por ver como
es poco lo que puedo hacer por ellos.
El
director de la escuela quiere dar entre los dos un curso de educación waldorf a
las profesoras estos días, pero creo que le vamos a dedicar dos horas, así que
no sé si voy a ser capaz de conseguir que por lo menos a los niños no les
peguen.
Emma,
ResponderEliminarQue locura! Realmente estás en otro munco.
No te pongas metas tan grandes como que los niños no se peguen, aquí en los coles normales y en los Waldorf también se pegan.
Tómatelo poco a poco... Sin ofender a nadie, los niños viven en un estado mucho mas animal, natural e instintivo que los adultos, y supongo que los de Uganda muchísimo mas que los de Madrid. A veces, cuando veo a los de mi clase, como buscan el contacto físico, como se relacionan entre ellos al hacer la fila o en el patio.. me parecen cachorros de león. Es difícil entenderlos y encima los de allí son de otra raza y viven en condiciones completamente diferentes.
Verás como dentro de poco no te parece todo tan terrible. Disfruta de las sombras, que sin ellas no apreciarás las luces.
Un beso enorme!
María
Madre mía! vaya panorama el que pintas, y que pena dan esos pobres niños, que no me extraña no desarrollen la imaginación porque son tratados por esas profesoras como adultos.
ResponderEliminarMucho ánimo! a ver si con esas clases Waldorf a las profesoras consigues que dejen de pegar a los niños. No es fácil, pero por poco que sea, cualquier pequeño cambio en esos malos hábitos será muy beneficioso para esos niños y los que vengan detrás...
Besos
¡Qué fuerte todo, que impacto me causa todo lo que cuentas! Me ha gustado mucho el comentario de María, y está claro que no podemos juzgar con nuestros baremos lo que ocurre en ese continente. Espero y deseo que esta experiencia te enriquezca profundamente. Yo soy una melindres. No duraría entera ni un día por esos parajes.
ResponderEliminarTe quiero y te admiro