domingo, 27 de enero de 2013

Welcome back Uganda.

Ya estoy aquí, de vuelta en la ruidosa, polvorienta y calurosa Kampala. Un mes en el frío y la lluvia me han hecho recibir este calorcito con ilusión.

Pero mi vuelta no ha sido fácil, no esta siendo fácil... Nada más salir de España mi vuelo se retrasó... Tenía una conexión difícil en Estambul, con lo que me empece a poner nerviosa en el avión con eso de que a lo mejor no llegaba al otro vuelo. En Madrid pregunte si llegaría a mi conexión y me dijeron que si, que seguro, que no me preocupara... Pues me mintieron.

Cuando llegue a Estambul pregunte y me dijeron que mi vuelo ya estaba cerrado... Como un alma sin pena me puse a recorrer el aeropuerto en busca de una solución... Resulto ser una solución estupenda... Una noche en Estambul en un buen hotel, cerca del aeropuerto y con tiempo a la mañana siguiente para visitar la cuidad... No es mal plan!!

 
Por la mañana me fui al aeropuerto y desde ahí en metro a ver la ciudad. La sensación de pensar que estaría ya con las chanclas y en vez de eso estar con abrigo y tiritando fue graciosa... Y el cambio de paisaje tremendo. ¡Qué ciudad tan bonita! ¡Espectacular!

Rápida visita a la mezquita azul, santa Sofía, el río, el gran bazar... Callejeo por el centro, kebab y vuelta al hotel para volver al aeropuerto destino, esta vez si, a Uganda.

 
Otra noche sin dormir...

Al llegar me di cuenta de que me habían robado de la maleta... Tantas horas en un aeropuerto dieron para abrir la mochila, quitarme un ordenador portátil que traía para Sadic y mi neceser de aseo (con todos mis productos ecológicos comprados con tanto mimo y cuidado)... Y volverla a cerrar sin que yo notase nada. De verdad... Que llegada a Uganda... Y no terminaba aquí.... La cosa no había no empezado...

Desde mi llegada hasta ahora han pasado muchas cosas, he tenido que enfrentarme a la cara oscura de África, al dolor de África a la realidad de África. Creo que no lloraba tanto desde que era pequeña, pero esta vez ha sido un llanto distinto. Por primera vez he descubierto lo que es sufrir en profundidad, lo que es sentir en tus entrañas el sufrimiento ajeno.

Los detalles del asunto para mi han pasado a ser irrelevantes, me quedo con ver lo fácil que juzgamos el dolor ajeno, lo poco que podemos comprenderlo. Cuando alguien a quien quieres llora mientras te cuenta lo que ha sufrido en la vida, lo que es no conocer el amor materno, lo que es no haber tenido a nadie, lo que es haber mendigado en la calle...y te hace llegar su dolor... Te das cuenta de lo poco que puedes entender de todo eso, lo único que te llega es una masa negra de dolor que se te agarra al corazón y que sólo llorando eres capaz de limpiar. Y cuando alguien así te cuenta que a pesar de todo la vida es maravillosa... ¿Que dices? Con esta prepotencia que nos caracteriza, con esta arrogancia que tenemos al venir aquí pensando que vamos a ayudarles a ser mejores personas... Si ya son mejores... Si tienen tanto que nos pueden enseñar... Sólo hay que saber escuchar.

Pero no todo es así, hay gente buena de corazón y gente mala, y lo malo de ser perceptivo es que todo te llega mucho más agudo. La maldad se te pega como una masa negra al cuerpo que te impide respirar.

Aunque me quedo con aquellos que, a pesar de que desde que he llegado cada día me hacen llorar, me demuestran que merece la pena seguir aquí, que merece la pena hacer las cosas lo mejor que sé, que merece la pena escuchar y aprender. Me quedo con ellos porque me enseñan que yo también puedo ser mejor persona.


lunes, 7 de enero de 2013

Material escolar

Llevo tiempo queriendo escribir para agradecer a todos aquellos que me enviasteis dinero para el material escolar que me lleve a las escuelas de Uganda  pero entre los viajes y las navidades no he encontrado un rato tranquilo hasta ahora.
Llevo tiempo queriendo daros las gracias por haberme ayudado a comprar el material , pero sobre todo llevo tiempo queriendo contaros aquellas cosas que con vuestra pequeña o gran aportación habeis conseguido hacer.
 
 
He estado en cuatro escuelas en Uganda y en todas he ido dejando todo aquello que he podido comprar y conseguir.
Muchos de los niños te piden bolis y cuadernos porque no tienen ni donde escribir, muchos nunca han pintado con lápices de colores y ninguno de ellos sabía lo que eran unas acuarelas antes de que yo llegase.
 
 
He dejado cuadernos, lápices, bolígrafos, sacapuntas, acuarelas, papeles, tijeras, gomas de borrar, y muchas otras cosas de esas que nosotros no nos planteamos que puedan faltarle a ningún niño, pero también he comprado reglas y escuadras para la pizarra, borradores, papeles para hacer carteles o compresas.
 
 
 
Gracias a vuestra ayuda las cuatro escuelas se han quedado con acuarelas, papel y pinceles, con lo que espero que por lo menos esos niños puedan disfrutar de la experiencia del color

 
No solo he pintado con los niños, también lo he hecho con los profesores, y han disfrutado como hacía tiempo no disfrutaban, ha sido toda una experiencia para ellos.
 
 
Os doy las gracias por la respuesta tan generosa que tuve por vuestra parte, me emocionó mucho saber que tantos de vosotros soy lo suficientemente generosos como para que mis maletas fueses llenas de color y alegria. GRACIAS.
 
Emma