lunes, 25 de noviembre de 2013

El trabajo

Cada vez que hablo con alguien la primera pregunta es ¿qué tal el trabajo?. Yo contesto que feliz, muy contenta, me encanta.... pero acto seguido la pregunta es: ¿qué es lo que haces?...

Pues bien, el trabajo consiste en hacer un estudio de la situación de los orfanatos en Bolivia. Ambicioso, ¿no? Pues si, bastante, ¡¡¡pero me encanta!!!

Estoy aprendiendo mucho en este proceso de estudio. Estoy leyéndome las leyes que ayudan a defender los derechos de la niñez (y no me estoy durmiendo). Estoy descubriendo que el poder del lenguaje es tan grande que los orfanatos ya no se llaman orfanatos, se llaman hogares (mas bonito ¿no?). Estoy aprendiendo que el 80% de los niños institucionalizados en este país no son huérfanos, tienen familias pero han sido maltratados o abusados o abandonados.

Parte de mi trabajo es buscar información teórica y legal de la problemática (no en Internet que casi no hay datos al respecto). Parte es reunirme con todo aquél que me pueda ayudar, informar o comunicar cualquier cosa referente a los niños en hogares. Y parte es ir a visitar hogares para ver con mis ojos lo que está pasando.

Esta última parte tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Para empezar a cada hogar que voy me quiero quedar, ayudar, ser voluntaria, ir a hacer talleres, pasar las tardes con los niños contando cuentos.... Me gustaría quedarme con todos los niños que veo, adoptarlos, sacarlos de ahí, cuidarlos y quererlos.

Por otro lado me cabreo con la vida por dejar que la burocracia haga que esos niños no puedan encontrar el amor de una familia. Hay demasiado niños sin familia y demasiadas familias en el mundo sin niños.... ¿Qué está pasando? Los procesos legales son necesarios, protegen ayudan, pero a la vez son tan burocráticos y lentos que hacen que las familias desistan en el intento de dar un hogar a esos niños.

Existen distintos tipos de hogares y los niños no tienen ni los mismos derechos ni los mismos cuidados ni las mismas necesidades. Los que tienen bebes te parten el alma, es lo más duro de todo, una sala con 20 cunas y una cuidadora. ¿qué amor reciben estos niños? ¿qué imagen del mundo se estarán generando en su alma? Los niños de 2/6 años se te abrazan, te reclaman amor. Observas que por la falta de familia muchos no hablan o hablan con retraso porque no tienen modelos que imitar. Los niños y niñas de primaria pueden tener la suerte de ir a la escuela o la mala suerte de recibir clases en el hogar, que por muy bien que esté se convierte en prisión y no les enseña a manejarse en el mundo y sólo se sienten seguros en su burbuja. Estos te preguntan, te charlan, se inventan historias, te cuentan que su padre es Evo Morales o el rey de España. Necesitan que les cuente tu vida, que estés ahí y les des la atención que ellos no reciben. Y luego están los más mayores, que están a vuelta de todo, que requieren tu atención y estarían dispuestos a contarte su vida, pero están tan desencantados de la vida que es un trabajo grande conseguir llegar a su corazón. Estos me recuerdan mucho a Eddie y Sadic, que te dan una cara y cuando entras en confianza te hablan de las mil trastadas que hacían para poder salir, ligar con chicas, ir a bailar o beber alcohol.

El problema mayor de estos niños o jóvenes es que están estigmatizados de por vida. No sólo nadie los ha querido, sino que salen del hogar y nadie apuesta por ellos, nadie quiere darles trabajo y muchos vuelven a las calles después de tanto esfuerzo por sacarles de ellas.

Que hermoso es mi trabajo si consigo que algo cambie en las vidas de estos chicos, que amargo es mi trabajo si no lo consigo.


martes, 12 de noviembre de 2013

Vuelvo al blog

Hola a tod@s:

Llevo mucho tiempo sin escribir y no tengo más escusa que no haber sabido por dónde empezar a contaros.

¿Qué ha pasado en este mes para que no me haya sentido con ganas de escribir? Muchas cosas han pasado, mucha incomprensión, mucho dolor, mucha desesperación, muchas decepciones, mucha preocupación por mi familia, mucha soledad, muchos silencios.

A nivel personal ha sido el mes mas duro de todo el año, me he sentido más sola que nunca, mas triste que nunca, mas cansada que nunca. He echado de menos todas y cada una de las cosas que he dejado atrás, todo aquello que me hace ser yo y a todos aquellos en los que me apoyo cuando me siento sola. ¡¡¡Ý eso que no he estado sola!!! ¡¡¡No me imagino cómo habría sido esto si en vez de vivirlo en Bolivia con mi familia boliviana lo hubiera vivido en Uganda!!!

 
Parecía que todo indicaba que mi aventura en Bolivia había terminado, que nada salía como tenía que salir, me denegaron temporalmente el permiso de residencia, el trabajo de mis sueños no salía, me sentía cansada de incapaz de seguir esperando un día mas.

En uno de esos días grises que uno tiene en la vida me metí en la cama y lloré hasta que no me quedaron lágrimas. Y, cuando ya sabía que no podía mas... Todo se solucionó.

 
El trabajo de mis sueños salió, firme el contrato, estaba trabajando, estaba haciendo aquello para lo que había venido, estaba empezando a sentir que venir a Bolivia había sido una buena decisión. Mis preocupaciones por aquellos a los que quiero mejoraron, ya no estoy preocupada, se que todo va a salir bien, me despedí de una parte importante de mi vida, me dieron el permiso de residencia...

 
He recuperado mi alegría, mis ganas de hacer cosas, de salir, de conocer gente, de cocinar, de descubrir la ciudad, de meditar, de leer, de escribir, de pintar, de bailar...

Esta ciudad  tiene magia, tiene una luz especial, un aire especial, y me ofrece todas esas cosas que busco y necesito. Me recibe todos los días con las montañas, con nuevos cielos, con imágenes que me hacen sonreír, con los colores andinos y las espaldas cargadas de bultos imposibles.

Por primera vez en muchos meses me siento feliz, me siento completa y expectante por el futuro.